La gestión del cambio

Llevar adelante procesos de cambio implica, muchas veces, encontrar resistencias. Cuando las personas no tienen la propiedad de una idea se resisten ella, aun cuando sea conveniente. Es importante apalancar el cambio y llevarlo adelante a través de los líderes de equipos. Ellos entienden porqué la gente se resiste. Porque cree que perderá sus hábitos, esos que les permiten hacer las cosas sin pensar demasiado. El cambio desarma las rutinas. El cambio produce temor a lo desconocido e inseguridad. El cambio además puede implicar fracaso si no se lo trabaja con visión de aprendizaje. También es cierto que, a veces, las recompensas del cambio son menores al esfuerzo que requiere. La gente está demasiado satisfecha con las cosas como están. En este aspecto lo primordial es que los líderes se convenzan primero. De lo contrario no podrán convencer a la gente para que deje de pensar de manera negativa respecto al cambio. Toda organización pasa por un ciclo de cuatro etapas: crear, conservar, criticar y cambiar. Cuando el cambio es inminente, la única pregunta que sobrevuela a todos es: ¿cómo me afectará? Hay algunos que perderán. Otros a los que les resultará neutral. Y algunos que se beneficiarán. Cada grupo requiere un abordaje diferente y el proceso debe incluir la sensibilidad, la sutileza pero ante todo la   honestidad.

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